Seleccionar página

Imagino que algunos de vosotros habréis oído hablar, o incluso habréis visto, el documental de Netflix, “El dilema de las redes” de Jeff Orlowski, donde se habla de la parte más controvertida y quizás oscura de las redes sociales.

El dilema de las redes sociales - Paco Tomás - 'Los cinco'

En este documental Tristán Harris, actual Co-Fundador de Center for Humane Technology y ex Especialista de ética del diseño en Google, explica junto a otros profesionales del sector trabajadores de Google, Twitter, Pinterest, Instragram, o Facebook, como la tecnología de la inteligencia artificial, que controla los contenidos que vemos en nuestras redes sociales, ha evolucionado de tal forma que incluso sus propios creadores han perdido el control sobre lo que son capaces de conocer sobre nosotros, ya que evolucionan de forma independiente y autónoma, aprendiendo sobre nosotros cada día y acumulando data que les ayuda a ofrecernos un contenido más apropiado para nosotros. A todos ellos el realizador comienza lanzando una pregunta “¿cuál es el problema?” a la que ninguno de ellos sabe contestar….

Esto sin duda da vértigo, y es natural que nos asuste perder el control, y sobre todo la libertad a la hora de decidir o pensar. Tristán comenta que los feeds de nuestras redes sociales son totalmente distintos, ya que a cada uno nos ofrece contenidos afines a nuestros pensamientos e intereses, creando una mayor polarización de la sociedad. Incluso Guillaume Chaslot – ex Ingeniero de Google -, aconseja utilizar la extensión de Chrom que quita las recomendaciones de búsquedas que él mismo ayudó a programar.

Perfiles de Twitter de Tristan Harris y Guillaume Chaslot

Lógicamente toda esta personalización de contenidos persigue un objetivo comercial con nuestras marcas; ellas pretenden llegar a nosotros de la forma más Orgánica posible, y aun a riesgo de parecer una negacionista del poder que ejercen las redes sobre nuestros hábitos, debo romper una lanza en favor de esta evolución tecnológica, ya que sinceramente creo que es el ejemplo más claro del concepto Win Win, donde las marcas son capaces de llegar a quien realmente las busca, y nosotros disfrutamos de anuncios y contenidos que realmente nos definen, evitando tener que ver aquellos que no son interesantes para mí.

Pienso que, si bien es cierto que debemos ser críticos con la información que nos llega y saber darle el valor justo, intentando documentarnos adicionalmente en otras fuentes para contrastar las informaciones que recibimos – haciendo especial hincapié en estos aspectos con nuestros jóvenes -, no debemos negarnos a la evolución tecnológica, sino aprender a gestionarla para seguir creciendo como sociedad, ya que frenar el progreso nunca en la historia ha sido una buena decisión.

¿Qué habría pasado si el miedo al progreso hubiera frenado a las mujeres emprendedoras o directivas? ¿Y si cuando salieron al mercado los ordenadores o los móviles, la gente – por temor a las radiaciones de los aparatos – hubiera decidido no comprarlos? Realmente pienso que la tecnología avanza más rápido de lo que el ser humano es capaz de gestionar, pero creo que es nuestra responsabilidad como sociedad el aceptar la evolución social y tecnológica y disfrutar de sus ventajas, teniendo en cuenta sus riesgos, pero no cerrando el paso a la evolución.

A mí como usuaria, y reconozco estar sesgada por mi pasión por la publicidad, me alucina ver como Instagram me muestra un anuncio de Benetton niños cuando mi marido acaba de entrar de forma orgánica a su web para comprar la ropa del cole del niño, porque sabe que vivimos en el mismo domicilio. O incluso me fascina cuando me muestra un anuncio de un producto complementario a otro que acabo de comprar. Pero intentando ser lo más objetiva posible, y reconociendo que me asusta que disponga de tanta información de mi persona, debo decir que me facilita la vida y me ofrece soluciones que me interesan o que pueden interesarme, así como me gusta poder buscar en mi cronología de Maps donde estaba el restaurante al que fui hace un año, pero no recuerdo el nombre ni el lugar.

De la misma forma que al médico debo darle todos los detalles de mi caso para que haga un diagnóstico lo más acertado posible, pienso que la evolución tecnológica nos lleva a compartir toda nuestra información a cambio de un beneficio como usuario que difícilmente podemos parar, simplemente debemos aprender a gestionarlo y medirlo, porque sin duda ha venido para quedarse.

Voy a terminar con una reflexión: si en tu trabajo tienes un empleado que destaca notablemente en algo ¿qué haces? ¿lo sacas de tu equipo para que no resalte por encima de ti? ¿O intentas aprender de él y exprimir todo su potencial?

Así que, como pregunta el realizador del documental: «¿Cuál es el problema? ¿La tecnología o nuestra capacidad para darle el uso y la relevancia adecuada?»

 

Carolina Santiago
Directora de Cuentas de Roldós Media