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La página de la revista Catalunya Gráfica que adjuntamos en este post es, precisamente la razón de ser de la existencia de estas líneas. Al contemplarla uno se pregunta cómo y cuánto han cambiado las cosas en esta compleja casuística publicitaria.

No hace muchos años, la selección de los medios y soportes como vehículos publicitarios la realizaba el propio anunciante -guiado por su olfato publicitario o aconsejado por los medios- o bien la agencia de publicidad encargada de realizar la creatividad de la campaña en cuestión. Y no es que a principios del siglo pasado fuera un trabajo más sencillo, ni mucho menos, simplemente que, al tratarse de una actividad incipiente, la mayoría de estructuras empresariales y las relaciones entre cada una de las partes estaban aún en proceso de gestación. Evidentemente, la cantidad de medios y soportes era menor, pero la oferta tampoco estaba nada mal, especialmente en lo que se refiere a prensa y revistas.

La furtiva lucha de los medios por demostrar su valía ante la competencia y destacar su idoneidad como soporte publicitario ha sido una constante desde finales del siglo XIX. Frecuentemente nos hemos encontrado con anuncios que pretendían exaltar las bondades de una publicación para conseguir captar parte de los sustanciosos presupuestos de medios de los anunciantes (si es que existían, que lo habitual en ese período era ir invirtiendo sin ninguna planificación, aunque esto es propio de otro post, porque también da para hablar un rato…).

La página adjunta, además de lo comentado, nos ha resultado interesante por los tres elementos que se conjugan, una suma de informaciones que bajo un pretexto educativo están orientadas a persuadir.

El primer elemento, como decíamos, es el anuncio donde se exaltan las cualidades de la revista Catalunya Gráfica, a la vez que se pone a prueba el patriotismo del lector. Evidentemente, esta recomendación carece de cualquier tipo de objetividad y es una recomendación sujeta al propio beneficio del medio. La coyuntura actual de los medios establece un panorama muy complejo para cualquier persona o empresa que se disponga a llevar a cabo una planificación. Y no sólo por la consabida saturación de medios y la fragmentación de audiencias, sino por la falta de interés del público. Hacer de un impacto un impacto útil va más allá de llegar o no al público objetivo. Evidentemente, por más que uno tenga localizado al público, la necesidad de llamar su atención se hace cada vez más difícil. Si no lo logramos, habremos llegado a él, sí, pero no le habremos llegado, lo que a efectos económicos se traduce en pérdidas.

De esta idea se deriva el segundo elemento que aparece en esta página, que está reservado al bloque donde se detallan cuatro recomendaciones del medio para que un anuncio sea efectivo. Los años que separan este anuncio de los actuales no lo hacen obsoleto, todo lo contrario. Efectivamente,  todo anuncio debe “tener interés” (hoy más que nunca), excelente visualidad (muy especialmente en los formatos digitales), continua permanencia (para ser recordado), y amplia circulación (para conseguir mayor número de impactos).

Por suerte, hoy en día hay agencias de medios como Roldós que nos encargamos de garantizar el cumplimiento de todos estos requisitos. Son demasiados aspectos que deben controlarse y, como en todo, hace falta tiempo y conocimiento. Los años de experiencia nos permiten aconsejar a nuestros clientes para que el trabajo y el esfuerzo de todas las partes que intervenimos sea lo más satisfactoria posible. Y eso sólo puede hacerse cuando cliente, agencia de publicidad, agencia de medios y el propio medio trabaja en equipo.

Aunque de poca utilidad, el tercer elemento es el más curioso. Creemos de mal gusto hablar de dinero en público, así que no haremos ninguna comparativa. En esta imagen se hallan las tarifas de esta revista datada en 1922. Dejemos que sea el anunciante quien haga números…

Página de la revista Catalunya Gráfica del año 1922.