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 Hoy en la oficina hemos recibido un email curioso, que sintetizaremos en este párrafo:

Quiero vender dos partes de mi cuerpo (brazo derecho y/o pierna izquierda) para que a través de uno o varios tatuajes sirvan como reclamo publicitario y para ser más completos, tatuarme, sí más cabe, un código QR para que aunque pase el tiempo poder ir modificándolo a su antojo de cara a futuras promociones del cliente y su marca.
Nuestra primera reacción ha sido de sorpresa, supongo que la mayoría hemos pensado «menudo chalado». Pero un análisis más profundo de la situación nos ha hecho pensar sobre dónde están los límites de la publicidad.
Lo primero de todo hay que decir que este hombre no es el primero en tener esta «magnifica idea», lo que nos hace pensar no en un caso aislado, sino que hay personas que están dispuestas a casi todo por tal de incrementar sus cuentas bancarias. ¿Cuántas personas? No sabemos, pero quizás la pregunta sería mejor ¿por cuánto dinero?
Y si el límite es el dinero, entonces mucha gente estaría dispuesta a hacer otras cosas para innovar en publicidad. Le puedes llamar a tu hijo Lacoste, cortarte un brazo en la plaza mayor para promocionar una película de zombies o hacerte la cirugía estética para ser igual que Barbie y promocionar sus juguetes por el mundo. Y ojo que nos estamos basando en hechos reales.
Así que el pensar que todo el mundo tiene un precio, nos lleva directamente a las empresas. Porque para que alguien cobre por tatuarse un logo en un párpado un empresario le ha de pagar primero. La ética y la publicidad dan mucho juego, los anuncios polémicos siempre dan de que hablar pero… ¿dónde está el límite? ¿lo hay?
En Roldós Publicidad aseguramos que sus anuncios darán de que hablar, pero que también cumplirán la ley. Es un primer paso…